Los años 1950 fueron años turbulentos en Cuba. El panorama político había cambiado dramáticamente con el triunfo de la revolución y los músicos enfrentaron constantes transformaciones que afectaron diversos aspectos de sus vidas. Muchos decidieron establecerse en Nueva York, Los Angeles y en la Ciudad de México, lo cual contribuyó a la efervescencia y complejidad de las escenas musicales que allí se desarrollaban.
Celia Cruz viajó frecuentemente por los Estados Unidos y Latinoamérica durante la década de los 40 y 50 con diferentes orquestas y revistas musicales. Al final de 1959, Rogelio Martínez, el director de la Sonora Matancera, obtuvo un contrato por un año para tocar en México. Celia decidió irse con la orquesta; partieron el 15 de julio de 1960, seis meses después que Fidel Castro asumiera el mando en Cuba. Nunca más regresaron a la isla.